Este año, debido al COVID-19, los equipos que habitualmente compiten todas las semanas, como el futbol, baloncesto, fútbol sala, balonmano… tendrán que acostumbrarse a no competir en varios fines de semana debido a los descansos que le correspondan por calendario. Aprender a competir incluso cuando no se compite. Además de ello, los partidos en los que no puedan jugar por contactos con positivos, contagios tanto en su equipo como en el rival…. Y no creo que sea un tema para dejar al azar. Creo que es algo que afecta en el rendimiento del deportista y dónde la psicología puede aportar su granito de arena.
Habitualmente, el deportista está acostumbrado a que el entrenamiento de esa semana tenga relación con lo que necesita realizar ese fin de semana. Tenemos una rutina habitual en la cual, x días de entrenamiento (3-4-5 días) se corresponden con 1 día de competición el fin de semana. Por así decirlo, como una economía de fichas: realizo x acciones (entrenamientos) que me acaban reportando el caramelo (competición).
En las semanas en las que toque descanso por calendario o tengamos que parar por contagios, eso se rompe totalmente. ¿Qué pasa por la mente del deportista en ese momento?
¿Qué ocurre en la mente del deportista?
Relajación. Se libera de una mochila que llevaba encima, la cual por otro lado, le ayudaba a entrenar con un mayor nivel de tensión. Una vez le quitan la competición, la gran mayoría de deportistas se relajan, no se toman tan en serio el entrenamiento de esa semana. No es algo que se genere de manera consciente, pero posiblemente su nivel de concentración, exigencia… no sean los mismos que en una semana de competición.
Empezará a pensar un poco eso de “no pasa nada, sólo estamos entrenando”, cuando sí que pasa, el entrenamiento hará que mejores en competición. Si no ejecutas entrenando igual que en competición…. ¿de qué te vale entrenar? Sería como practicar dos deportes diferentes.
Aprender a competir. ¿Qué podemos hacer?
Lo primero, lo ideal, sería que el deportista fuese capaz de automotivarse. Que sea capaz de analizar la situación y darse cuenta de que necesita un puntito más, ese puntito que le acaban de “quitar” al no haber competición va a tener que aportarlo él de alguna manera. Me llamó mucho la atención en la docuserie “the last dance” el cómo Michael Jordan era capaz de encontrar motivación en cualquier pequeño detalle, incluso a veces distorsionando la realidad, ya que seguramente muchos hechos no eran ciertos, pero el era capaz de, a través de ellos, encontrar una motivación.
Lo segundo, como técnicos, deberíamos proponer a los deportistas que realicen un buen establecimiento de objetivos para la semana. Esto es importante en todo el año, pero en estas semanas cobra más relevancia, ya que el deportista tendrá unos estímulos a los que estar atento en cada entrenamiento, algo concreto que le ayudará a focalizarse en algo específico. El entrenamiento no se basará tan sólo en hacer lo que me digan, si no que tengo mi propio objetivo de algo que quiero mejorar.
Lo tercero, pudiendo relacionarlo con el anterior, es hacer que el deportista compita consigo mismo. Quizás a través de sus objetivos podemos conseguir que el deportista se vaya autoevaluando día a día, teniendo que el último día de la semana obtener mejor nota que el primero. Incluso podríamos obtener estadísticas relacionadas con los objetivos.
Ejemplo, un jugador que quiere realizar más veces un 1 contra 1 en banda. Podríamos contar en cada entrenamiento el número de veces que lo realiza con éxito, las veces que no le ha salido y las veces que pudiendo hacerlo no lo intentó. A través de estos datos, obtener una estadística diaria que luego se le enseña al deportista para que compita consigo mismo y se exija cada día hacerlo mejor que el anterior. Evidentemente, esto es algo que requiere de muchos recursos y atención en el entrenamiento, no es algo que todos los equipos puedan realizar seguramente. Pero, si tenemos al personal o material suficiente, creo que es algo que se debería intentar porque ayudará al deportista a mantener su rendimiento.
Educar al deportista en valores
Y, por último, educar al deportista en valores. Si en el día a día fomentamos que el deportista se enfoque en su propia mejora: establecerse unos buenos objetivos, no centrarse tanto en el resultado de sus acciones y más en las acciones en sí mismas…. Y donde el esfuerzo, las ganas de aprender y de mejorar diariamente sean más valoradas que los resultados, nos será mucho más fácil que todo lo que hemos dicho anteriormente se quede en tan sólo una anécdota.